lunes, 9 de septiembre de 2019

El camafeo de tres piezas

El camafeo de tres piezas


   Esa tarde salimos a dar un paseo en bicicleta, al sur de la ciudad de Madrid, tomamos el camino a Vallecas hasta una barda alta donde guardaban vehículos y de ahí doblamos al sur sobre camino santa María, la meta era salir de la ciudad con las últimas luces del día, andar un par de horas en la oscuridad y hacer campamento en alguna arboleda cercana. No hubo nada que se viera fuera de lo normal, cruzamos arroyo de la Gavia donde dejábamos los últimos vislumbres de urbanismo, las calles de arena apisonada dejaban lugar a las brechas sinuosas y sin trazado ni apisonadas.

   Unos minutos mas tarde, pasando la carretera, un olor fétido de carne chamuscada llamo nuestra atención, el aroma acre escocia la nariz, nos acercamos hasta una hondonada aminorando la velocidad, y de entre unos rescoldos humeantes y pestilentes de una fogata improvisada algo brilló, parecía un pequeño espejo de metal, tomé el palo que me acompaña en mis paseos por si algún perro quiere probar el sabor de mi bicicleta y acerque el pequeño y brillante objeto hasta nosotros.

   Optamos por hacer el campamento en una loma cercana ya que la luz había desaparecido del cielo haría unos 20 minutos y hacer el regreso en esas condiciones para avisar del descubrimiento no era factible, a la luz de las lamparas pudimos ver un camafeo moderno de plata pulida dividido en 3 partes, donde se vislumbraba la silueta de una mujer, en el interior solo algunos residuos de papel quemado, lo que supusimos eran los restos de las fotos que guardaban en su interior.

   Habíamos planeado hacer esa noche una cena frugal para continuar con el paseo a la mañana siguiente, pero en lugar de ello hicimos una cena opípara ya que los planes de continuar con el paseo habían cambiado con el descubrimiento de la hoguera extinta, ahora pensábamos en regresar a Madrid a primeras horas del día para avisar a alguna autoridad, después de unos 20 minutos de platica, después de la cena nos fuimos quedando dormidos.

   Esa noche los sueños fueron intranquilos, nada de un descanso reparador nos llego a consolar, así a la mañana siguiente estábamos mas felices de levantarnos del lugar y alejarnos que de seguir descansando en el lugar, yo fui el último en levantarme, abrí los ojos, busqué al rededor y vi los sacos de dormir levantados, así que me apresuré a levantar el mio, bajé la loma para alcanzar a mis compañeros que estaban en la hondonada donde la noche anterior habíamos visto los restos de la fogata, pero ya no había nada ahí, ni un rastro de que hubiera habido fuego en ese lugar.

   Revisamos el lugar largo y tendido, el aire era fresco, la hierba era verde, las únicas marcas visibles eran las que habíamos dejado con las cuatro bicicletas al pasar, pero nada mas, por acto reflejo nos dirigimos a las bicicletas, los sacos de dormir y las mochilas y comenzamos a extenderlas y vaciarlas, buscábamos el camafeo de plata de tres partes, pero no había nada ahí, extrañamente vimos que los alimentos que suponíamos los habíamos acabado estaban completos, sin mediar palabras y tras comprender que ni la fogata ni el camafeo fueran reales, comenzamos a guardar las cosas,montamos en las bicicletas y continuamos con el paseo.
   Fue un paseo un poco tranquilo, por que en verdad sentíamos como si hubiéramos acabado con los alimentos la noche anterior, una pesantez poco natural nos acompañó durante el recorrido, así que poco antes de las 11:00 am. dimos media vuelta y desandamos el camino de regreso a Madrid, al pasar por la hondonada nuevamente tendimos una mirada en su dirección, pero no había nada, el primero en pasar fue mi amigo, le siguió su novia, yo estaba cerrando el pequeño pelotón, así dejamos otras tres marcas de ruedas en el poco húmedo suelo y seguimos hasta llegar a camino a Vallecas, así mi amigo y su novia siguieron su ruta y yo mi camino hasta el departamento tres días después del suceso, en las noticias presentaron un caso extraño, avisaban de la curiosa desaparición de una joven, la reportó su casera al percatarse de que el gato que cuidaba maullaba de hambre, la casera abrió el pequeño departamento que le alquilaba a la joven, todo se veía en orden, solo que su bicicleta no estaba y en una mesa que la chica usaba de escritorio había un camafeo de plata de tres partes que nunca le había visto usar.
   Cuatro investigadores llegaron hasta el departamento de la joven desaparecida, cuatro investigadores resguardaron el lugar, cuatro investigadores interrogaron ligeramente a la casera, con equipo de huellas dactilares, luces ultravioleta, microscopio y algún ácido, cuatro investigadores revisaron minuciosamente el camafeo de plata de tres partes con solo el rostro de una joven en relieve, con luces especiales cuatro investigadores revisaron cada rincón del departamento austero y pequeño durante la noche, y a la mañana siguiente, los tres investigadores abandonaron el lugar sin echar en falta a la cuarta acompañante.
Cuentos deleznables elquecaminaporelviento@gmail.com

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