El camafeo de tres piezas
Esa tarde salimos a dar un paseo en bicicleta, al sur de la ciudad de
Madrid, tomamos el camino a Vallecas hasta una barda alta donde
guardaban vehículos y de ahí doblamos al sur sobre camino santa María,
la meta era salir de la ciudad con las últimas luces del día, andar un
par de horas en la oscuridad y hacer campamento en alguna arboleda
cercana. No hubo nada que se viera fuera de lo normal, cruzamos arroyo
de la Gavia donde dejábamos los últimos vislumbres de urbanismo, las
calles de arena apisonada dejaban lugar a las brechas sinuosas y sin
trazado ni apisonadas.
Unos minutos mas tarde, pasando la carretera, un olor fétido de carne
chamuscada llamo nuestra atención, el aroma acre escocia la nariz, nos
acercamos hasta una hondonada aminorando la velocidad, y de entre unos
rescoldos humeantes y pestilentes de una fogata improvisada algo brilló,
parecía un pequeño espejo de metal, tomé el palo que me acompaña en mis
paseos por si algún perro quiere probar el sabor de mi bicicleta y
acerque el pequeño y brillante objeto hasta nosotros.
Optamos por hacer el campamento en una loma cercana ya que la luz había
desaparecido del cielo haría unos 20 minutos y hacer el regreso en esas
condiciones para avisar del descubrimiento no era factible, a la luz de
las lamparas pudimos ver un camafeo moderno de plata pulida dividido en
3 partes, donde se vislumbraba la silueta de una mujer, en el interior
solo algunos residuos de papel quemado, lo que supusimos eran los restos
de las fotos que guardaban en su interior.
Habíamos planeado hacer esa noche una cena frugal para continuar con el
paseo a la mañana siguiente, pero en lugar de ello hicimos una cena
opípara ya que los planes de continuar con el paseo habían cambiado con
el descubrimiento de la hoguera extinta, ahora pensábamos en regresar a
Madrid a primeras horas del día para avisar a alguna autoridad, después
de unos 20 minutos de platica, después de la cena nos fuimos quedando
dormidos.
Esa noche los sueños fueron intranquilos, nada de un descanso reparador
nos llego a consolar, así a la mañana siguiente estábamos mas felices
de levantarnos del lugar y alejarnos que de seguir descansando en el
lugar, yo fui el último en levantarme, abrí los ojos, busqué al rededor y
vi los sacos de dormir levantados, así que me apresuré a levantar el
mio, bajé la loma para alcanzar a mis compañeros que estaban en la
hondonada donde la noche anterior habíamos visto los restos de la
fogata, pero ya no había nada ahí, ni un rastro de que hubiera habido
fuego en ese lugar.
Revisamos el lugar largo y tendido, el aire era fresco, la hierba
era verde, las únicas marcas visibles eran las que habíamos dejado con las
cuatro bicicletas al pasar, pero nada mas, por acto reflejo
nos dirigimos a las bicicletas, los sacos de dormir y las mochilas
y comenzamos a extenderlas y vaciarlas, buscábamos el camafeo de plata de
tres partes, pero no había nada ahí, extrañamente vimos que los alimentos
que suponíamos los habíamos acabado estaban completos, sin mediar
palabras y tras comprender que ni la fogata ni el camafeo fueran reales,
comenzamos a guardar las cosas,montamos en las bicicletas y continuamos
con el paseo.
Fue un paseo un poco tranquilo, por que en verdad sentíamos como si
hubiéramos acabado con los alimentos la noche anterior, una pesantez
poco natural nos acompañó durante el recorrido, así que poco antes de
las 11:00 am. dimos media vuelta y desandamos el camino de regreso a
Madrid, al pasar por la hondonada nuevamente tendimos una mirada en su
dirección, pero no había nada, el primero en pasar fue mi amigo, le
siguió su novia, yo estaba cerrando el pequeño pelotón, así dejamos otras tres
marcas de ruedas en el poco húmedo suelo y seguimos hasta llegar a camino
a Vallecas, así mi amigo y su novia siguieron su ruta y yo mi camino
hasta el departamento tres días después del suceso, en las noticias
presentaron un caso extraño, avisaban de la curiosa desaparición de una
joven, la reportó su casera al percatarse de que el gato que cuidaba
maullaba de hambre, la casera abrió el pequeño departamento que le
alquilaba a la joven, todo se veía en orden, solo que su bicicleta no
estaba y en una mesa que la chica usaba de escritorio había un camafeo
de plata de tres partes que nunca le había visto usar.
Cuatro investigadores llegaron hasta el departamento de la joven
desaparecida, cuatro investigadores resguardaron el lugar, cuatro
investigadores interrogaron ligeramente a la casera, con equipo de
huellas dactilares, luces ultravioleta, microscopio y algún ácido,
cuatro investigadores revisaron minuciosamente el camafeo de plata de tres partes
con solo el rostro de una joven en relieve, con luces especiales cuatro
investigadores revisaron cada rincón del departamento austero y pequeño
durante la noche, y a la mañana siguiente, los tres investigadores
abandonaron el lugar sin echar en falta a la cuarta acompañante.
Cuentos deleznables elquecaminaporelviento@gmail.com
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